En el
primer tercio de la vida, el individuo va desarrollando su forma de ser y de
relacionarse a través de las relaciones que el mismo establece, las cuales, además
de satisfacer sus necesidades van determinando una forma de ser.
Es muy importante tener en cuenta:
· Los
primeros años se realizan generalmente con los padres, los cuales, no cambian
mucho durante esos años. Por lo tanto, el ambiente familiar es bastante estable.
· La
primera relación se establece con la madre o cuidador. En esa primera relación,
la madre es el molde, y aunque habrá una adaptación mutua, el niño está sin
conformar, mientras que la madre ya es de una manera, la misma, establecerá la
relación como es habitual en ella y es fundamentalmente el niño el que se
adecuará. Además, el niño intentará responder a las expectativas de la madre.
· A
partir de ahí, las relaciones que establecerá en el hogar serán del tipo que se
establecen en esa familia, con todas sus características. Intentará satisfacer
las expectativas de sus padres. Hasta cierto punto, hará lo que se espera de
él.
Las
relaciones que tenga harán que sea de determinada manera. Establecerá un tipo
de relaciones, y estas, influirán en su personalidad. Desde el punto de vista
psicoanalítico la personalidad se mantiene porque hay una compulsión a la
repetición. La personalidad establecida en la infancia, tendería a mantenerse
porque la repetiríamos una y otra vez. Al establecer relaciones fuera de la
casa, elegimos las que mantienen nuestra forma de ser (por sentirnos más
cómodos, por ser conocido). Por eso, es difícil el cambio. Para cambiar,
tendremos que establecer relaciones que no refuercen nuestra personalidad.
Entonces, esas nuevas relaciones, producirán un cambio en nuestra personalidad.
No es casualidad que la mayoría de las relaciones que tenemos sean parecidas. Hemos aprendido a relacionarnos de una manera. Al establecer nuevas relaciones, lo hacemos como lo hemos aprendido. Si nos encontramos cómodos, se refuerza nuestra forma habitual de hacer relaciones y por tanto se mantiene. Si nos encontramos incómodos en la nueva relación, nuestra forma habitual de relacionarnos no ha funcionado. Entonces pueden suceder dos cosas: o cambio o acabo de esa relación.
Generalmente se acaba con esa relación. Por eso, tenemos la tendencia a seguir como siempre. Tendemos a seguir como conocemos, porque entre otras cosas, tememos lo desconocido.
Supongamos, si una persona es dominante, tenderá a ser dominante en las relaciones que establece. Si la otra persona es sumisa, la relación puede funcionar, puesto que los dos han encontrado lo que necesitan. Pero al contrario, si la otra persona fuese también dominante, sería difícil mantener esa relación.
Para que las relaciones se mantengan es conveniente:
- Semejanzas
en costumbres, ideología, creencias…
- Complementariedad
de caracteres.
- Cercanía
física.
Por
ende, nuestra personalidad está determinada por las relaciones que hemos
mantenido, y sólo puede cambiarse en las relaciones.
excelente topico, sumante importante conocer de donde proviene nuestra personalidad y como saber manejarla y desenvolvernos ante la sociedad, al establecer relaciones con personas de diferentes ideologias y actitudes diferentes a la nuestra.
ResponderBorrarexcelente topico, sumante importante conocer de donde proviene nuestra personalidad y como saber manejarla y desenvolvernos ante la sociedad, al establecer relaciones con personas de diferentes ideologias y actitudes diferentes a la nuestra.
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